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atenas

La historia de Atenas representa el origen de la historia de las ciudades europeas y de la Europa actual. Su población ha habitado continuamente esa región durante más de 3000 años. Fue la ciudad principal de la Antigua Grecia durante el primer milenio a. C. La culminación de su larga y fascinante historia llegó en el siglo V a. C., bajo el arcontado de Pericles (llamado Siglo de Pericles), cuando sus valores y su civilización se extendieron más allá de los límites geográficos de la ciudad y se hicieron universales. El pensamiento político, el teatro, las artes, la filosofía, la ciencia, la arquitectura y tantos otros aspectos del pensamiento llegaron a su épico apogeo en una coincidencia temporal ; con una plenitud intelectual únicas en la historia de la humanidad. Se caracteriza por ser uno de los centros tanto intelectuales como religiosos (junto con Olimpia), ya que aquí se encuentran ubicados el Templo de Hefesto (también llamado Hefestion), el Partenón (templo dedicado a Atenas) y el Templo de Zeus Olímpico o El Olimpeión que fue el mayor templo de Grecia (actualmente está en ruinas).

 Primeros tiempos
Micénico

La Acrópolis estuvo habitada desde el Neolítico. Para el año 1400 a. C., Atenas se había convertido en un centro poderoso de la civilización micénica. A diferencia de otros centros micénicos como Micenas y Pilos, Atenas no fue saqueada y abandonada en los tiempos de la invasión dórica de 1200 a. C., y los atenienses siempre mantuvieron que ellos eran jónicos puros sin contener elementos dóricos. Sin embargo, Atenas perdió la mayor parte de su poder, convirtiéndose de nuevo en una pequeña fortaleza.
Edad del Hierro

En el siglo VIII a. C., Atenas había emergido de nuevo, gracias a su posición central en el mundo griego, su seguro emplazamiento sobre la Acropolis y sus accesos al mar, lo que le proporcionaba una ventaja natural sobre rivales potenciales como Tebas y Esparta. Pronto durante el primer milenio, Atenas fue una ciudad-estado independiente, gobernada primero por reyes (ver los Reyes de Atenas). Los reyes pertenecían a la clase más poderosa, la de los propietarios de tierras, la "aristocracia", conocidos como los Eupátridas (los "bien-nacidos"), cuyo instrumento de gobierno era un Consejo, que se reunía en la colina de Ares, llamado el Areópago.

Durante este período, Atenas consiguió poner bajo su gobierno a las otras ciudades de la Ática. Este proceso de sinoikismos – proporcionar juntos un hogar- creó el mayor y más próspero estado de la península griega, pero también creó una gran cantidad de gente excluida, por la nobleza, de la vida política. Durante el siglo VII a. C. se produjeron revueltas bastante generalizadas y el Areópago nombró al legislador Dracón para establecer un código legal más estricto (de ahí “draconiano”). Cuando esto también falló, nombraron a Solón con el mandato de crear una nueva constitución (594).

Reforma y democracia
Las reformas de Solón incidieron en la política y la economía. El poder económico de los Eupátridas se redujo aboliendo la esclavitud como un castigo por deudas, partiendo las grandes propiedades y liberando las transacciones comerciales, lo cual produjo el nacimiento de una próspera clase comercial urbana. Políticamente, Solón dividió a los atenienses en cuatro clases, basadas en su economía y en su capacidad para hacer el servicio militar. La clase más pobre, los thetes, que constituían la mayoría de la población, recibieron por primera vez derechos políticos, pudiendo votar en la Ekklesía (Asamblea), pero solo las clases superiores podían ser oficiales políticos. El Aerópago continuó existiendo pero con poderes reducidos.

El nuevo sistema creó los fundamentos de lo que se convertiría en la democracia ateniense, pero al principio falló en su cometido de evitar los conflictos de clase y después de 20 años de revueltas, el partido popular liderado por Pisístrato, un primo de Solón, se hizo con el poder (541 a. C.). A Pisistrato se le denomina normalmente como tirano, pero en griego la palabra tirano no tiene el significado de gobernante cruel y despótico, sino del que se hace con el poder mediante la fuerza. Pisístrato, de hecho fue un gobernante muy popular, que convirtió Atenas en rica, poderosa y en un centro de la cultura, y fundó la supremacía naval ateniense en el Mar Egeo y más allá. Preservó la constitución de Solón, pero asegurando que él y su familia retenían todo el poder del estado.

Pisístrato murió en 527 y le sucedieron sus hijos Hipias e Hiparco. Tenían menos seguidores y en 514 fue asesinado Hiparco después de una disputa privada sobre un joven. Esto indujo a Hipias a establecer una dictadura, que se hizo impopular y fue depuesto en 510 a. C. con la ayuda del ejército espartano. Le sucedió un aristócrata de política radical, Clístenes, que fue quien estableció la democracia.

Las reformas de Clístenes reemplazaron las cuatro “tribus” (phylai) por diez nuevas, que tomaron el nombre de héroes legendarios, estas nuevas tribus no tenían una base clasista: de hecho eran electorados. Cada tribu estaba dividida en tres tritias y cada tritia en una o más demos, dependiendo de la población de estas. Las demos se convirtieron en la base del gobierno local. Cada tribu elegía cincuenta miembros para la Boulé, un consejo que gobernaba Atenas en el quehacer diario. La Asamblea estaba abierta a todos los ciudadanos y era, a la vez, corte legislativa y corte suprema, excepto en los casos de asesinato y de asuntos religiosos, que quedaron como las únicas funciones del Aerópago. La mayoría de los oficiales militares eran cubiertos por lotes, aunque los estrategos (generales) eran elegidos, por razones obvias. Este sistema permaneció estable y, con breves interrupciones, siguió en uso durante más de 500 años, hasta la época romana, mucho más tiempo del que ha sobrevivido cualquier democracia moderna.


HISTORIA MILITAR
Antes del encumbramiento de Atenas, Esparta se consideraba líder de los griegos (hegemonía). En 499 a.C Atenas envió tropas en ayuda de los griegos jonios del Asia Menor, que se habían rebelado contra el Imperio persa (ver Revuelta jónica). Esto provoca dos invasiones persas de Grecia, que fueron rechazadas bajo el mando de los estadistas-soldados Milcíades el Joven y Temístocles (ver Guerras Médicas). En 490 los atenienses rechazaron la primera invasión de los persas, comandados por el rey aqueménida Darío I en la Batalla de Maratón. En 480 los persas regresan bajo el mando de Jerjes I. Los persas deben atravesar un estrecho paso para alcanzar Atenas. Se hace una llamada de ayuda a Esparta por medio de un atleta corredor. Los espartanos estaban en mitad de un festival religioso y solo pueden enviar 300 hombres. Los 300 bloquean el pasaje a los 200.000 hombres de Jerjes en la Batalla de las Termópilas. Lo consiguen durante largo tiempo, mientras los atenienses arman sus barcos y derrotan a la flota más numerosa de los persas en la Batalla de Salamina. Es interesante observar que Jerjes había construido un trono en la isla de Salamina para ver la derrota de los griegos. En vez de eso los persas fueron expulsados y la hegemonía de Esparta pasa a Atenas y es esta ciudad-estado la que prosigue la guerra en Asia Menor. Esas victorias permitieron que se formase la Confederación de Delos uniendo las diversas partes de Grecia en una alianza bajo el liderazgo de Atenas.

ARTISTAS Y FILOSOFOS
 El siglo V a. C. marca el cenit de Atenas como centro de la literatura, la filosofía y las artes. Algunas de las figuras más importantes de la historia cultural e intelectual occidental vivió en Atenas durante ese período: dramaturgos: Esquilo, Aristófanes, Eurípides y Sófocles, filósofos: Aristóteles, Platón y Sócrates, historiadores: Heródoto, Tucídides y Jenofonte, el poeta Simónides de Ceos y el escultor Fidias. El gobernador de ese período era Pericles, que usó los impuestos pagados por la Confederación de Delos para construir el Partenón y otros grandes monumentos de la Atenas clásica. La ciudad se convirtió, en palabras de Pericles, en “la escuela de Hellas (Grecia)”

 GUERRA DEL PELOPONESO
El resentimiento de otras ciudades por la hegemonía de Atenas, llevó a la Guerra del Peloponeso en 431 a. C. Se enfrentaron los atenienses y su imperio marítimo contra una coalición de estados liderados por Esparta. Este conflicto marcó el final de la Gloria espartana. Momento en el cual se instauró el gobierno de los "Treinta Tiranos".